La belleza


La belleza es morirse. Sola. Yo sola, sin nada más. Sería decir esto sin palabras y en un lugar en el que todo el mundo sospecharía que estuviera, aunque no lo esté. No sé lo que sería, sin nada que le precediera, ni una antesala ni un presagio ni una actitud desalentadora. No mentiría antes, justo en el momento de antes. Podría cantar a través de una sonrisa cerrada por medio, atada en el estómago. Descubrí una hermosa fealdad que destrozaba mi bello cansancio y lo revocaba y lo reconducía de un mal trago a otras actividades que me alimentaban. Mi estado no es cansancio, no es agonizante de corazón ni de azote por un golpe por un ruido que erosiona mi cuerpo. Mi nombre sé el nombre que me pusieron y vuelvo a sonreír y canto. Morirse. Y no repetirlo.