El montaje de su brazo


El montaje de su brazo resulta fácil con el hueco visible 
separado del resto. Le pesan los párpados como unas compuertas que fabricaron con forma de cuencos donde están sus ojos. Aunque es altiva y se enerva desgajando su frío, en alerta, consciente de haber cortado la seducción de su propia raíz fingida. Alterna sin previo aviso un guiño ciego.

Su boca fina y roja muy bien delineada me sabe a mi propia mordaza, sin gasas ni celo. Aunque se me escapan algunos cantos cuando me quedo dormida entre los labios.

Como ella yo me exhibo, sin fingir ningún carmín. Me exhibo.